Campaña Mundial: 19 al 21 de mayo 2023

Del Capitalismo Destructivo hacia la Nación Humana Universal

Proponemos una salida revolucionaria no violenta para la humanidad en contraposición del sistema capitalista actual caracterizado por la desestructuración, el caos y la violencia que ponen en peligro la existencia misma de la especie humana.

Capitalismo Destructivo

Se suele denominar Capitalismo al régimen económico-social cuya fuerza motriz es el acrecentamiento del capital. Este régimen forma parte de una estructura social mucho más compleja del sistema sociocultural-histórico (patriarcal, materialista, depredador, autoritario, pragmático, etc.)

En una sociedad capitalista, la base económica histórica de este régimen es la propiedad privada sobre los medios de producción y la explotación del trabajo asalariado, generando en esta dinámica, dos clases principales que son la burguesía y el proletariado, clases que han sufrido fuertes cambios en su composición a lo largo de los últimos tres siglos (XIX, XX y XXI).

La burguesía es la propietaria de los principales medios de producción en la industria, la economía, la esfera financiera, el transporte, la propaganda (medios de difusión), etc., como también de la tierra (terratenientes, burgueses u oligarcas) y el subsuelo. Es una clase que acumula su riqueza y, por consecuencia, el poder para explotar el trabajo asalariado de los obreros y empleados.

La capa superior de la burguesía, la de los millonarios y multimillonarios, la del Gran Capital, es poco numerosa pero posee enorme potencial industrial-financiero y los poderes del Estado (Fuerzas Armadas incluidas)  frecuentemente se subordinan a sus intereses al dirigir su política interna y externa, imponiendo su voluntad a toda la sociedad. A escala internacional, la gran burguesía, de diferentes países, forma corporaciones y bancos internacionales que dividen al mundo en zonas de influencia.

La gran burguesía, en el momento actual, actúa como freno en el camino de la humanización de la vida social, distorsionando la dirección de la libertad individual y colectiva al tiempo que sermonea ideas de violencia, exclusivismo y discriminación. Además, la gran burguesía del mundo occidental, en su lógica desenfrenada de acumular riqueza y poder, despliega la estrategia, desarrollada durante siglos, de ejercer la violencia en todas sus formas incluyendo la violencia física que se concreta en el saqueo de riquezas, invasiones y/o promover guerras civiles en territorios muy alejados de las propias fronteras.

Desde hace unas cinco décadas, el Capitalismo ha entrado en una fase donde el factor de poder económico que predomina decididamente es el capital financiero. La banca privada es el principal acumulador actual de recursos y el núcleo del poder real detrás del poder formal.

El capital real, el de los medios de producción que generan bienes y servicios ha quedado en manos del capital financiero.

La banca privada es la vanguardia de un funcionamiento que configura una suerte de imperialismo financiero privado. La imbricada red de cifras, mecanismos fiduciarios y ficticios, que organizan el sistema económico tienen en los bancos privados su principal actor visible, y se complementan y articulan con los fondos de inversión, las calificadoras de riesgo, las guaridas o “paraísos” fiscales, los estudios jurídicos “especializados” en economía y finanzas, las grandes firmas internacionales de auditorías, los enormes estudios contables, los agentes inmobiliarios, las consultoras financieras, los sistemas de administración de fortunas, las bolsas de valores y sus agentes, las aseguradoras y reaseguradoras, los fideicomisos, y numerosas figuras legales que tienen como objetivo obtener una porción, cada vez mayor, de los réditos en la economía real. La creación fraccionaria del dinero, la generación de bonos, comodities, derivados, titularizaciones financieras, constituyen los instrumentos técnicos principales, que conforman lo que ellos llaman “activos financieros” y “productos financieros”; eufemismos con los que denominan a los medios que han inventado como instrumentos de apropiación, de robo y estafa, de lo que produce la economía real: la del trabajo y el capital.

La llamada globalización capitalista, neoliberal y patriarcal fue impulsada centralmente desde los EE. UU., y encontró sus principales aliados en las cúpulas de Inglaterra, Europa Central y Japón.

El pragmatismo cultural capitalista neoliberal, se puede resumir entonces en:

  • Poner al dinero como valor central
  • Apropiarse de la riqueza real
  • El cortoplacismo en la toma de decisiones
  • La no compasión por los “perdedores” en el sistema
  • El cinismo cuando se saquea en nombre de los derechos humanos y la democracia o cuando se violentan pueblos y sociedades por medio de invasiones, guerras y
  • El neocolonialismo de amplio espectro, más la permanente promoción de diferentes formas de fuga social.

El Capitalismo es, en definitiva, el ejercicio de la mercantilización, la alienación y la opresión de una pequeña minoría sobre las grandes mayorías en todos los aspectos de la vida.

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Alienación y explotación

  • Poner al dinero como valor central
  • Apropiarse de la riqueza real
  • El cortoplacismo en la toma de decisiones
  • La no compasión por los “perdedores” en el sistema
  • El cinismo cuando se saquea en nombre de los derechos humanos y la democracia o cuando se violentan pueblos y sociedades por medio de invasiones, guerras y
  • El neocolonialismo de amplio espectro, más la permanente promoción de diferentes formas de fuga social.
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Nuestras aspiraciones

“Aspiramos a un mundo múltiple en las etnias, lenguas y costumbres; múltiple en las localidades, las regiones y las autonomías; múltiple en las ideas y las aspiraciones; múltiple en las creencias, el ateísmo y la religiosidad; múltiple en el trabajo; múltiple en la creatividad. No queremos amos; ni dirigentes ni jefes, no queremos un Estado centralizado, ni un Paraestado que lo reemplace. No queremos ejércitos policíacos, ni bandas armadas que los sustituyan.”

Silo

Nación Humana Universal

El propósito de la NHU se plantea como proyecto de salida revolucionaria no violenta para la humanidad. Una salida intencionada y esperanzadora, en contraposición del sistema capitalista actual caracterizado por la desestructuración, el caos y la violencia. Una salida humanizadora para la crisis del sistema civilizatorio mundial que pone en peligro la existencia misma de la especie humana.

En la sexta carta, del libro “Cartas a mis amigos” de Silo (5 de abril de 1993), se pueden parafrasear los aspectos centrales de la NHU:  

“Aspiramos a un mundo múltiple en las etnias, lenguas y costumbres; múltiple en las localidades, las regiones y las autonomías; múltiple en las ideas y las aspiraciones; múltiple en las creencias, el ateísmo y la religiosidad; múltiple en el trabajo; múltiple en la creatividad. No queremos amos; ni dirigentes ni jefes, no queremos un Estado centralizado, ni un Paraestado que lo reemplace. No queremos ejércitos policíacos, ni bandas armadas que los sustituyan.”

En ese contexto en el libro “Encrucijada y futuro del ser humano. Los pasos hacia la NHU” de Guillermo Sullings (2016) se afirma:

“Un mundo sin fronteras, una Confederación de Naciones Humanistas, sin guerras, sin violencia, sin hambre, sin discriminación, con justicia social, con democracia real, con equilibrio ambiental, con solidaridad, y por, sobre todo, con el futuro abierto.”

La Nación Humana Universal es nuestra profunda aspiración que pretendemos se transforme en el proyecto de construcción de los pueblos, porque todavía hay futuro para ese propósito, y depende en el sentido más amplio de la palabra de la “unión de todos los humanistas del mundo”.

Estamos proponiendo una revolución social que cambie drásticamente las condiciones de vida del pueblo, una revolución política que modifique la estructura del poder. Una revolución social que pasa por la toma del poder político para realizar las transformaciones del caso, pero la toma de ese poder no es un objetivo en sí.

La revolución no violenta que estamos proponiendo, implica la apropiación de la banca privada de tal manera que ésta cumpla con prestar su servicio sin percibir a cambio intereses que de por sí, son usurarios. La revolución no violenta implica que en la empresa la gestión y decisión sean compartidas por el trabajo y el capital.  Por tanto, la ganancia debe reinvertirse, diversificarse o utilizarse en la creación de nuevas fuentes de trabajo.

La revolución no violenta implica la desestructuración del poder central de manera que las entidades regionales conformen una república federativa y que el poder de esas regiones sea igualmente descentralizado a favor de la base comunal desde donde habrá de partir toda representatividad electoral.

Asimismo, si la salud y la educación son tratadas de modo desigual para los habitantes de un país, la revolución no violenta implica educación y salud gratuita para todos, porque en definitiva esos son los dos valores máximos de la revolución y ellos deberán reemplazar el paradigma de la sociedad actual dado por la riqueza y el poder. Poniendo todo en función de la salud y la educación, los complejísimos problemas económicos y tecnológicos de la sociedad actual tendrán el enmarque correcto para su tratamiento.

La etapa que continuamos transitando, no requiere de cambios graduales que ocultan darle sobrevida al sistema de opresión vigente, sino que este momento histórico necesita de una serie de “efectos demostración” suficientemente enérgicos para producir una inflexión general del proceso, para producir una revolución humanista no violenta que nos permita superar el caos y la destrucción e ingresar en la verdadera y cálida historia humana. La historia de la Nación Humana Universal.

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