En una sociedad capitalista, la base económica histórica de este régimen es la propiedad privada sobre los medios de producción y la explotación del trabajo asalariado, generando en esta dinámica, dos clases principales que son la burguesía y el proletariado, clases que han sufrido fuertes cambios en su composición a lo largo de los últimos tres siglos (XIX, XX y XXI).
La burguesía es la propietaria de los principales medios de producción en la industria, la economía, la esfera financiera, el transporte, la propaganda (medios de difusión), etc., como también de la tierra (terratenientes, burgueses u oligarcas) y el subsuelo. Es una clase que acumula su riqueza y, por consecuencia, el poder para explotar el trabajo asalariado de los obreros y empleados.
La capa superior de la burguesía, la de los millonarios y multimillonarios, la del Gran Capital, es poco numerosa pero posee enorme potencial industrial-financiero y los poderes del Estado (Fuerzas Armadas incluidas) frecuentemente se subordinan a sus intereses al dirigir su política interna y externa, imponiendo su voluntad a toda la sociedad. A escala internacional, la gran burguesía, de diferentes países, forma corporaciones y bancos internacionales que dividen al mundo en zonas de influencia.
La gran burguesía, en el momento actual, actúa como freno en el camino de la humanización de la vida social, distorsionando la dirección de la libertad individual y colectiva al tiempo que sermonea ideas de violencia, exclusivismo y discriminación. Además, la gran burguesía del mundo occidental, en su lógica desenfrenada de acumular riqueza y poder, despliega la estrategia, desarrollada durante siglos, de ejercer la violencia en todas sus formas incluyendo la violencia física que se concreta en el saqueo de riquezas, invasiones y/o promover guerras civiles en territorios muy alejados de las propias fronteras.
Desde hace unas cinco décadas, el Capitalismo ha entrado en una fase donde el factor de poder económico que predomina decididamente es el capital financiero. La banca privada es el principal acumulador actual de recursos y el núcleo del poder real detrás del poder formal.
El capital real, el de los medios de producción que generan bienes y servicios ha quedado en manos del capital financiero.
La banca privada es la vanguardia de un funcionamiento que configura una suerte de imperialismo financiero privado. La imbricada red de cifras, mecanismos fiduciarios y ficticios, que organizan el sistema económico tienen en los bancos privados su principal actor visible, y se complementan y articulan con los fondos de inversión, las calificadoras de riesgo, las guaridas o “paraísos” fiscales, los estudios jurídicos “especializados” en economía y finanzas, las grandes firmas internacionales de auditorías, los enormes estudios contables, los agentes inmobiliarios, las consultoras financieras, los sistemas de administración de fortunas, las bolsas de valores y sus agentes, las aseguradoras y reaseguradoras, los fideicomisos, y numerosas figuras legales que tienen como objetivo obtener una porción, cada vez mayor, de los réditos en la economía real. La creación fraccionaria del dinero, la generación de bonos, comodities, derivados, titularizaciones financieras, constituyen los instrumentos técnicos principales, que conforman lo que ellos llaman “activos financieros” y “productos financieros”; eufemismos con los que denominan a los medios que han inventado como instrumentos de apropiación, de robo y estafa, de lo que produce la economía real: la del trabajo y el capital.
La llamada globalización capitalista, neoliberal y patriarcal fue impulsada centralmente desde los EE. UU., y encontró sus principales aliados en las cúpulas de Inglaterra, Europa Central y Japón.
El pragmatismo cultural capitalista neoliberal, se puede resumir entonces en:
- Poner al dinero como valor central
- Apropiarse de la riqueza real
- El cortoplacismo en la toma de decisiones
- La no compasión por los “perdedores” en el sistema
- El cinismo cuando se saquea en nombre de los derechos humanos y la democracia o cuando se violentan pueblos y sociedades por medio de invasiones, guerras y
- El neocolonialismo de amplio espectro, más la permanente promoción de diferentes formas de fuga social.
El Capitalismo es, en definitiva, el ejercicio de la mercantilización, la alienación y la opresión de una pequeña minoría sobre las grandes mayorías en todos los aspectos de la vida.